
Hacer y estudiar Historia y Filosofía: Entrevista con Dra. Verónica Tozzi Thompson
by Francisco Iversen
Marzo 2023 – Para nosotros, medievalistas, es claro que Agustín de Hipona es pionero en muchas áreas. Hemos llegado a decir que es el primer filósofo de la Historia. Ahora bien, ¿Cómo fundamentar tal afirmación? Tal argumentación supone además una definición precisa de “Filosofía de la Historia”. Pero, ¿Tenemos realmente en claro el lugar epistemológico de la Historia de la Filosofía y de la Filosofía de la Historia? Para colaborar a esbozar alguna respuesta a estos interrogantes, desde sus estudios sobre la Filosofía de la Historia y la Epistemología de las ciencias sociales, pero también para relatar la historia reciente del Departamento de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires que la tiene como Directora, contamos con Verónica Tozzi Thompson.
Sobre Verónica Tozzi Thompson

Verónica Tozzi Thompson es Profesora Asociada de Filosofía de la Historia en la Universidad de Buenos Aires y Epistemología de las Ciencias Sociales en la Universidad de Tres de Febrero. Es Investigadora Principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET). Algunas de sus publicaciones más recientes son: La historia según la nueva filosofía de la historia (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2009), “Figuring Malvinas War Experience. Heuristic and History as an Unfulfilled Promise”, in Re-Figuring Hayden White, edited by Frank Ankersmit, Ewa Domanska, and Hans Kellner (Stanford: Stanford University Press, 2009), “Pragmatist Contributions to a New Philosophy of History”, Pragmatism Today. The Journal of the Central-European Pragmatist Forum 3/1 (Summer 2012): 121-131, and “The Epistemic and Moral Role of Testimony”, History and Theory 51/1 (February 2012): 1-17. Sus principales intereses filosóficos son: Filosofía de la Historia y las Ciencias sociales, Epistemología del testimonio y Política de la memoria en el pasado reciente de la Argentina.
Entrevista
Francisco Iversen: ¿Qué balance puede hacer de su gestión como directora del departamento de filosofía UBA y de sus cargos gestión en general? ¿Cómo se entrelaza la labor filosófica con la gestión académica?
Verónica Tozzi Thomson: Agradezco la entrevista, primero que nada. Ahora bien, la evaluación que yo hago es que de alguna manera no puedo entender el trabajo académico concreto de reflexión filosófica en docencia e investigación sin estar empapada del funcionamiento administrativo de las instituciones en las que trabajo. Como filósofa, investigadora del CONICET y docente de la universidad pública, no sólo en la UBA, tomo una gran responsabilidad en trabajar para que la vida universitaria de les estudiantes sea algo agradable y no un laberinto de desesperación producto de no saber cómo moverse en la institución. La responsabilidad del cargo de directora me llena de felicidad porque, de alguna manera, me permite poder transmitir a estudiantes y colegas un modo de moverse adecuado y me permite tratar de mejorar la vida académica para la docencia y la investigación. En tanto que la gestión de la Universidad y el CONICET son estatales uno tiene la responsabilidad de ser un trabajador del estado y la necesidad de conocer los lugares puntuales de ambas instituciones. Máxime cuando la universidad es democrática – aunque estamental –, a mí me parece una gran oportunidad para poder trabajar y reflexionar desde la filosofía, aportar una perspectiva desde la gestión y la vida universitaria.
FI: ¿Cuál es su tema de investigación y cómo llegó a él? ¿Le sigue generando la misma pasión que al principio?
VTT: Mi tema de investigación es, fundamentalmente, la epistemología de la Historia. Yo empecé muy temprano con Filosofía de las Ciencias en las Cátedras de Gregorio Klimovsky y Félix Schuster. En algún momento me interesaba por saber si la Historia era una Ciencia. Con el tiempo esa investigación se fue profundizando y fue pasando de la comparación de la Historia con la Ciencia – o algún modelo de la Ciencia – a la reflexión sobre la apropiación del pasado en general desde el presente. La pregunta central sería: ¿Cómo desde el presente hablamos del pasado? Esto desde la academia, en la política o en la esfera pública. Con el tiempo, el tema cada vez me genera más pasión porque la Argentina es una comunidad, un país, donde todo el tiempo se está disputando y discutiendo el pasado. Nosotros en cualquier reunión podemos discutir sobre Unitarios y Federales, Peronistas y antiperonistas o sobre alguna cuestión de la breve historia de nuestra recuperación democrática y sus 40 años continuidad. Me parece fundamental entender que la Filosofía de la Historia es un tipo de reflexión con una tradición de muchos años que viene preguntándose cómo pensar el pasado desde el presente y para actuar en el futuro y, de ese modo, lo que me gusta transmitir a los alumnos es que tengamos la opinión que tengamos – que tiende a no ser muy original – lo que suministra el estudio de la filosofía es encontrar estrategias de argumentación que permitan a cada uno mejorar las razones que da respecto de qué implica la apropiación del pasado en el presente o en un momento posterior a los eventos mismos para cada investigador desde su contexto e historia personal. La materia que dicto en UBA es muy completa y abarca la modernidad y la ilustración que introducen a la filosofía de la historia – Kant, Hegel, Marx –, así como las reflexiones contemporáneas. El desafío es acceder a las diversas propuestas de los autores teniendo en cuenta que la recurrencia de las preocupaciones nos permite repetir los intentos pasados para responder a interrogantes antiguos, por ejemplo, si hay humanidad, si hay progreso en la historia hacia lo mejor, etc.
Cuando el historiador mira hacia el pasado – aunque nadie hoy haga Filosofía de la historia a la Kant o a la Hegel – lo hace con una problematización del presente, es decir, su propia consideración sobre el pasado, aunque no lo quiera, tiene consecuencias en cómo evaluará la situación presente. El modo de evaluar la Historia de la democracia, a lo largo del tiempo, tiene una consideración o se entrelaza con la consideración de qué es, qué debe ser y qué será la democracia. Lo mismo con la guerra o cualquier otro concepto histórico. No es que haya una implicación necesaria, pero hay una ligazón entre el presente y el estudio de los fenómenos históricos. Incluso, aunque uno decida abiertamente “no tomar una posición” o “ser neutral”, al analizar el pasado debe advertirse que la presunta “neutralidad” ya es una posición tomada que tiene virtudes y defectos como todas y que debe ser justificada. Aunque a veces el trabajo académico es tedioso y uno no está respondiendo a las preguntas fundamentales, no importa en qué área, no importa si sos vos Francisco que te dedicás a la Historia de la Filosofía Medieval, las estrategias retórico-argumentales ligadas a un contexto específico son maneras habituales en las que uno discute y que son reutilizadas desde el presente que lo estudia en función a diversos factores y, a la vez, impactan en la manera de reconstruir el pasado.
FI: Como profesora de filosofía de la historia: ¿Concuerda con el dictum que ubica a Agustín de Hipona como el primer filósofo de la historia? ¿Considera que el área ha evolucionado desde entonces o, parafraseando a Kant, que no ha dado un paso desde Agustín?
VTT: Es una pregunta polémica porque como investigadora y profesora de Filosofía de la Historia sé que hay una disputa concreta sobre si Agustín era un filósofo de la Historia o un teólogo de la Historia. Hay diferentes posiciones, algunos entienden que sólo hay secularización de lo que había hecho Agustín en los desarrollos posteriores, lo que deja al hiponense como el primer filósofo de la Historia. Hay otros que consideran que hay una ruptura total entre la Teología, la concepción agustiniana de la Historia, y la Filosofía de la historia tout court que comienza en la ilustración. Yo, personalmente, considero que es un tema muy interesante de discusión sin un cierre definitivo pero como filósofa de la Historia querría señalar algunas cuestiones. Primera, una reflexión muy interesante de esta discusión puede encontrarse en el libro de Concha Roldán, Entre Casandra y Clío, una introducción histórica a la Filosofía de la Historia, de editorial Akal. Allí, ella expone de una manera muy clara esta discusión y presenta a Karl Löwith (Historia del mundo como salvación) como uno de los defensores de la tesis de la secularización.
También, esta idea de la secularización fue sostenida por Popper y todos aquellos que criticaron la Filosofía de la Historia de la Ilustración por haber dado lugar a concepciones mesiánicas o totalitarias. Pero no hay una acuerdo en esto. Acerca de cómo trazar desde el presente hacia el pasado estas trayectorias históricas relativas a las rupturas o cambios históricos, una estrategia de lectura que exploro desde hace tiempo gracias al filósofo y teórico de la Historia, Hayden White, son las nociones de “realismo figural” y figura del teórico literario Erik Auerbach, quien tiene una concepción de lo que sería el método histórico – esto puede interesarte a vos o a los demás medievalistas. En su ensayo “Figura” rastrea la lectura que hacen los primeros cristianos de la relación que habría entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. Ahí resalta la contribución de Tertuliano y el problema de los padres de la iglesia para interpretar el antiguo testamento desde el nuevo. Lo que encuentran es un método figural en la que el Antiguo testamento es la figura o promesa que se cumple en el Nuevo Testamento, hay una relación entre figura y cumplimiento en dos grupos de eventos reales diferidos por el tiempo. Una relación entre los eventos descritos en ambos testamentos en función al plan divino. El método figural sería entonces un método hermenéutico o de interpretación que permite analizar el pasado desde el presente donde los pasados son los precursores o anunciadores. Esto da lugar a la teoría de la interpretación en función a la cual uno desde un presente elige los precursores en el pasado, yo tengo bastante publicado al respecto y sigo trabajando el tema.
En ese sentido, me parece que la discusión no puede tener una resolución en términos definitivos, siempre que desde el presente designamos a alguien en el pasado como el primero, es primero en relación con algo que sucedió después y solo después, retrospectivamente, se lo puede designar “primero”. Decir que Agustín es (fue) o no el primer filósofo de la Historia, esto es, incluirlo en una clasificación que no existía en la época de Agustín, implica discutir y decidir qué entendemos por filosofía de la historia (expresión que debemos a Voltaire). En definitiva, la enseñanza White-Auerbach es que le atribución de precursores es una atribución causal no determinista, no genética sino figural, desde el presente elegimos a nuestros precursores según nuestros intereses y experiencias.
Reitero “Filosofía de la Historia” no deja de ser una expresión moderna, introducida por Voltaire, con lo cual es polémico incluir en su desarrollo a pensadores previos. Concha Roldán señala que Giambattista Vico es el primero en desarrollar una Filosofía secular de la Historia sobre la base de su concepción es el dictum “verum ipso facto” según el cual lo verdadero es lo hecho por el hombre y la Historia es hecha por el hombre. En Vico la Historia es lo hecho por el hombre y el hombre encuentra certeza en lo que hizo. En Agustín la Historia llega a su realización final fuera del mundo terrenal, de acuerdo con un plan divino. Herder descubre a Vico y lo introduce en el mundo alemán, finalmente quien hace de la Filosofía de la Historia una disciplina académica es Kant. En conclusión, se debe comprender que la Filosofía de la Historia aparece como disciplina en la modernidad y por tanto llamar a Agustín “filósofo de la historia” sería atribuirle categorías sistematizadas por los modernos. Habría un problema también, si la Historia se relaciona con el cambio, cualquiera que se dedique a la Historia o a la Filosofía comprende los problemas de deshistorizar una noción moderna como lo es “Filosofía de la Historia”. Igualmente, no podemos pensar nuestro método de interpretación histórica sin saber que este tipo de preguntas comienzan en la patrística medieval donde el problema de la interpretación, la exégesis y la hermenéutica comienzan a ser objeto de discusión filosófica. Más que la discusión sobre quien es el primero en hacer Filosofía de la Historia, parece fértil revisitar los debates sobre la interpretación de la patrística desde el marco más sofisticado que tenemos hoy día. La diferencia fundamental es el crédito que los medievales atribuían a la verdad revelada pero el resto del aporte que hicieron es muy útil y aporta muchas herramientas, así como mucho placer en la lectura.
FI: Para justificar la inclusión de esta entrevista en una revista de estudios medievales y teniendo en cuenta los problemas epistemológicos de la noción de “Historia de la Filosofía Medieval”: ¿Le parece que hacer historia de la filosofía es una labor filosófica? ¿Se entrelazan la historia de la filosofía y la filosofía de la historia?
VTT: Toda Filosofía de la Historia hace una historia, es decir, construye un relato con una perspectiva filosófica y con un interés concreto. Como señalaba Kant, uno no mira el pasado para detenerse en cada acontecimiento sino con un propósito y un hilo conductor para ver hacia el futuro. Ahora bien, con el surgimiento de la Historia Crítica en el siglo XIX, los historiadores desestiman a Filosofía de la Historia porque comete una falacia según la cual extraen del ser (de lo que sucedió) un deber ser (el fin o plan o progreso a lo mejor), en otras palabras, de una ordenación de los hechos del pasado, cierto destino futuro conjetural. La finalidad extraída por la Filosofía de la Historia, en realidad, es moral, no es un predicción de hechos puntuales, es el estado cosmopolita o el estado comunista, por dar algún ejemplo. No se intenta prever con probabilidad sucesos concretos, es una finalidad que tiene que ver con el mejor modo de actuar. La Historia de la Filosofía Medieval tal como se la entiende actualmente no sería entendida en ese sentido sino más afín a la Filosofía Crítica de la Historia o Epistemología de la Historia, disciplinas para las cuales son relevantes muchos elementos discutidos actualmente en la Filosofía de la Historia a partir del último cuarto del siglo XX.
Este es el llamado giro narrativo en la Filosofía de la Historia, donde se rompe con la idea de Historia como reconstrucción de los hechos para pasar a entenderla como una estructuración del pasado en forma narrativa. Se toma como central a la narrativa como algo de la reconstrucción histórica y no como un ornamento. El relato, así, sería el contenido de la Historia y en ese sentido, la Historia de la Filosofía Medieval sería una discusión entre diversas narrativas acerca de la Filosofía Medieval, alguna más evolutiva otra diacrónica. Saber que las preguntas que uno hace y responde son preguntas propias de nuestro contexto filosófico presente son las que modelan la Historia de la Filosofía. La Historia de la Filosofía Medieval no deja de ser una práctica académica actual que responde preguntas actuales y, de ese modo, guarda una distancia (la distancia hermenéutica de la que habla Gadamer) con las preguntas y los métodos propios de la época que se analiza. No hay individuos con tabula rasa que se encuentran con documentos aislados. No concuerdo con algunos historiadores de la Filosofía que consideran que al leer, por ejemplo, a Aristóteles están comprendiendo cabalmente lo que dijo, sin ningún tamiz, resto o pérdida.
FI: Pero en ese sentido: ¿La Historia de la Filosofía es una disciplina histórica o filosófica?
VTT: Justamente ese es mi tema en la Filosofía de la Historia. A partir del giro lingüístico que se da en la contemporaneidad tanto en Historia como en Filosofía de la Ciencia, es que surge el libro Metahistoria de Heyden White donde se ataca la distinción tajante entre la Historia y la Filosofía de la Historia. En esa línea Lakatos y Kuhn habían disuelto la distinción tajante entre la Historia de la Ciencia y la Filosofía de la Ciencia. Para Kuhn, un paradigma es una cosmovisión donde una teoría científica tiene presupuestos ontológicos y filosóficos que no pone en discusión. En este sentido, lo que un historiador académico o profesional es reacio a aceptar que su práctica está tamizada por concepciones filosóficas (sobre acción humana, estructura, causa, etc.) que no se pueden dirimir empíricamente o por contrastación evidencial. Lo que devela el giro lingüístico en las humanidades y en la filosofía, es la advertencia de que los documentos son textos, convenciones lingüísticas. No habría una diferencia tajante en cómo se desarrolla la trama o la narración histórica sea de hechos puntuales, sea Filosofía de la Historia o sea Historia de la Filosofía Medieval.
Siempre hay una estructura argumental, retórica o discursiva que permite tramar el pasado desde del presente a partir de recursos disponibles a partir de la tradición. Esas mismas tramas pueden hacerse en forma de tragedia, comedia, sátira o romance. Hacer una historia es reproducir un arquetipo ya aprendido. Es posible oponerse a esos arquetipos e intentar escribir con estrategias denominadas antinarrativas (el monólogo interior por ejemplo), pero es importante advertir que la organización del texto histórico (filosófico o en historia social) no viene dada por los documentos sino a partir de preguntas que se hacen, eligen y seleccionan a partir de un fin puntual. Esto está muy estudiado por Erich Auerbach, Northrop Frye y Kenneth Burke (algunas de las fuentes teórico e histórico literarias de la teoría metahistórica de Hayden White). Son construcciones o maneras de tramar que se encuentran en la literatura, en las sagradas escrituras, en la filosofía, en las ciencias o en la vida cotidiana.
En ese sentido, la dicotomía a la que somete a la Historia de la Filosofía Medieval, acerca de sus credenciales tanto históricas como filosóficas, esconde un prejuicio acerca de que una correcta historización debe despojarse de filosofía o de que la reflexión filosófica no se nutre de su historia. Al hacer Historia y narrar Historia, performativamente se produce una manera de narrar y hacer historia que no está dada por los hechos, la Historia es algo que se hace y se construye con recursos narrativos culturalmente disponibles. La práctica historizadora o la construcción narrativa no necesariamente debe ser consciente de los recursos culturales a los que apela o utiliza. Un ejemplo de esto son los relatos de veteranos de guerra. Veteranos de guerras distintas de diferentes épocas describen los hechos del pasado de manera muy similar aún sin conocerse. Con lo cual, de algún modo, ciertas experiencias en común dan cierta concepción de relato histórico en común. Cuando alguien tiene cierta experiencia recurre a la experiencia similar previa –de un veterano del pasado – que suministra un protocolo compartido para narrar de una manera ciertos hechos. Del mismo modo, sucede con el historiador de la Filosofía Medieval que se introduce en una práctica de historizar las ideas y con el historiador que se introduce en una práctica de historizar los eventos sociales o económicos. Esas prácticas no tienen un fundamento en las ideas ni en los hechos mismos sino sólo en la propia práctica comunicativo-epistémica.
FI: ¿Qué puede contar del desarrollo de eventos académicos en la virtualidad y qué proyectos hay al futuro en lo referente a encuentros entre investigadores?
VTT: En un sentido filosófico profundo, yo creo que hay algo trascendental en las experiencias traumáticas como la de la pandemia en la que de un día para el otro no podíamos gestionar nuestra vida como la veníamos gestionando. Lo que hacemos los seres humanos en este tipo de situaciones, es reorganizar la crisis en alguna forma de rutina. Lo he estudiado en relación con la historización de los llamados eventos traumáticos, por ejemplo, de las experiencias de vida en los campos de concentración del Holocausto o en ccentros de detención clandestina en Argentina durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983). Lo que podemos encontrar es que aún en la situación más traumática las personas tienden a gestionar u organizar la cotidianidad, el hábito, la rutina. Cuando se decretaron los aislamientos preventivos y obligatorios durante la pandemia, nos abocamos a una inédita gestión doméstica y laboral que adquiriera sentido de rutina. La rutina (los ritos cotidianos) es un insumo insoslayable para sostener lazos interpersonales, contribuir a la cohesión social y a la coherencia personal. Esas rutinas de las que nos quejamos todo el tiempo en la situación de normalidad son lo primero que reconstruimos en la situación de crisis.
Cuando adviene la pandemia, muy rápidamente se motorizó la instauración de lo rutinario, con muchos defectos: dar clases, tomar exámenes, y participar de eventos académicos todo en forma virtual asincrónica. Eso se vio de una manera notable en las jornadas de estudiantes que se hicieron en 2020, que permitieron mantener los ritos durante la pandemia y donde brilló el interés de los estudiantes por no perder la continuidad de las Jornadas. Considero, voy a ser crítica, que la vuelta a la presencialidad en 2022 ha desantedido que no volvíamos a la normalidad de 2019 sino que estamos convalecientes por una pandemia. Si bien considero que las jornadas presenciales del departamento que se hicieron en 2022 fueron muy buenas, no pueden ser tomadas como un signo de que estamos plenamente en la normalidad. Desde 2022 en adelante se triplicaron las instancias de intercambio académico entre actividades presenciales y virtuales. Eso es personalmente e institucionalmente insostenible. Pensando ya en el futuro y en el contexto de los eventos en modalidad presencial, el departamento de Filosofía de la UBA fue electo para ser sede del XIX congreso de la Internationaal Association of Women Philosophers, va ser el primero en Latinoamérica y se eligió a Buenos Aires por la destacada trayectoria de mujeres filósofas y del feminismo en nuestro país. Es algo destacable en nuestro departamento que las mujeres hayamos desarrollado carreras muy relevantes y se decidió hacer un congreso presencial. El anterior iba a ser presencial en Alemania en 2020 y se hizo virtual en 2021. Desde la organización de nuestro congreso desestimamos la opción virtual o híbrida. Personalmente, creo que hacer híbrido a todo congreso es un problema en la medida en que la hibridez implica una importante inversión económica para la que no toda institución está preparada. Pero hacerlo totalmente, presencial es asumir que la práctica académica sólida es más que exponer un trabajo y obtener un certificado. La comunidad se fortalece en los intercambios personales en las actividades sociales en los días del congreso.